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Disparar con el corazón

Joana Biarnés fue la primera mujer que se definió oficialmente como reportera gráfica, lo que hoy llamamos fotoperiodista. Hija de un fotógrafo profesional dedicado a la fotografía deportiva, aprendió de él las bases del oficio y lo acompañó en los primeros años de su carrera, en Barcelona, donde nació y estudió – en la Escuela de Periodismo de la Ciudad Condal -.

Al principio tuvo dificultades para trabajar debido a su condición de mujer, algo especialmente difícil  en un mundo -el del deporte- que incluso hoy tiene tintes misóginos.  Imaginaos entonces.

Desde 1962 trabajó en Pueblo, tras venderles un reportaje titulado Cenicienta de pueblo, que encantó a Emilio Romero, que la contrató como fotógrafa de la edición madrileña del diario.

Y ahí empezó todo. Bearnés hizo fotografías de las grandes estrellas  de la música y el cine de la época. Es famoso su reportaje de The Beatles durante su visita a España.  Logró entrar en la habitación de su hotel en Barcelona, donde tuvo una sesión de nada menos que 3 horas con los integrantes del grupo de Liverpool. ¿Y sabéis qué pasó con aquellas fotos únicas? Pues que se las regaló a la revista Ondas, tras la negativa de Pueblo a publicarlas porque «solo tenían que cubrir la visita del grupo a Madrid» como única – e incomprensible- explicación.

Utilizó algunas argucias para conseguir sus propósitos. Se hizo pasar por la secretaria del bailarín Antonio para conseguir un reportaje de Rudolf Nureyev, y por la mujer de José Luis Navas para concertar una cita con Roman Polanski, con paella incluida. También fotografió a Pepa Flores, Sebastián Palomo Linares, Lucía Bosé, Serrat, Audrey Hepburn, El Cordobés y muchas otras figuras nacioales e internacionales de la época, como Sara Montiel, Sammy Davis Jr., Tom Jones o Cayetana de Alba.  Acompañó a Massiel a París a comprar su famoso vestido de Eurovisión y durante muchos años fue la fotógrafa de Raphael.

También cubrió historias como las inundaciones de Tarrasa de 1965 y, además de en Pueblo, trabajó en ABC, fichada por el propio Ansón.  Creó, con otros compañeros, la agencia Sincropress.

Pero en 1885 decidió dejar el periodismo fotográfico. No le gustaba el tono que tomaba la la llamada prensa rosa (ahora le saldrían sarpullidos, creo yo) y decidió cambiar de vida y dedicarse a su otra pasión: la cocina. En Ibiza abrió el restaurante cana Joana, que durante muchos años fue considerado uno de los mejores de las Illes Baleares y que también cerró unos años después. Murió en Barcelona el año pasado, a los 83 años.

Una profesional muy interesante, con una trayectoria espectacular y unas vivencias únicas. El vídeo embebido en este post (de la colección Imprescindibles de RTVE) es muy recomendable para ampliar información sobre ella y su trabajo, así como el libro Disparando con el Corazón que presentó en Madrid un año antes de su muerte.

Animo con entusiasmo a leer, saber y compartir más sobre esta y todas las mujeres que marcaron una época difícil de nuestro país, superando los obstáculos de la dictadura y la falsa moral de la época. Sacarlas a la luz (o rescatarlas de la oscuridad, según el caso) es casi un deber para las que tuvimos la suerte de nacer tras ellas, a las que tanto debemos.

Hasta la próxima entrada.

 

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Violeta es la flor de los humildes

A veces, ser la primera es una condena al olvido. La Historia suele recordar a las que acaban y consiguen y no tanto a las que arrancan.

Una de estas pioneras fue Consuelo Álvarez Pool, barcelonesa que vivió a caballo entre dos siglos que cambiaron el mundo y, sobre todo, la vida de las mujeres. Nació en el XIX, hija de padre profesor y con la suerte de recibir una educación que pocas tenían en aquellos años oscuros. La muerte temprana de tan excepcional varón para la época le cambió la vida a aquella inquieta chica de 17 años que quiso ser telegrafista pero que tuvo que casarse, sin amor y sin ilusión, con un mecánico de una fábrica de armas que se la llevó a Trubia, donde Consuelo aprendió para siempre de la diferencia de clases, de la humillación de los que tienen menos y, sobre todo, de sus esposas, incultas y destinadas solo a parir. Como ella misma, con dos hijos vivos y sanos y dos que perdió demasiado pronto.

A partir de ahí, empezó a ser la primera en muchas cosas. Dejó a su marido, al que no amaba, y se levó a sus hijos con ella. Primero a Oviedo y luego a Madrid, donde por fin logró su puesto de Telegrafista. Y empezó a escribir cuentos y artículos en El País de aquella época, el de Antonio Catena, donde firmaron también Galdós, Joaquín Costa, los hermanos Machado y hasta Valle-Inclán. Colaboró también en la Conciencia Libre, esa excepcional publicación feminista que promovía el valor de la mujer culta y librepensadora. Fue amiga de Carmen de Burgos y de Clara Campoamor. Y una de las primeras Jefas de Prensa de España, cuando se creó tal área en Correos y Telégrafos en 1915.

Le dio tiempo a todo. Fue esposa y madre trabajadora. Telegrafista, junto a su hija Esther, que aprobó las oposiciones el mismo año que ella. Periodista, con el seudónimo de Violeta, la flor de los humildes. Y feminista. Y republicana. Hasta se presentó a las Elecciones de 1931, aunque no consiguió su escaño.

Tuvo una larguísima vida, excepcional en las mujeres de su tiempo, cuando la edad media estaba en torno a los 40 años.  Llegó a los 91, así que le dio tiempo a ver la vuelta de la oscuridad de los años oscuros del Franquismo, donde la mujer perdió todo lo ganado, con tanto esfuerzo de tantas. Una Dama Roja a la que los vencedores no se atrevieron a encarcelar por avanzada edad cuando acabó la Guerra Civil, pero a la que condenaron a volver a ser un «Ángel del Hogar», aquello que siempre odió y contra lo que siempre luchó, para ella y para las demás.

El de Consuelo Álvarez Pool, una mujer bilingüe, culta y valiente, es uno de esos nombres que debemos gritar, como ha hecho en su libro Victoria Crespo, una de aquellas a las que les debemos tanto, como a todas las que intentaron sacarnos de las cocinas para abrirnos las puertas de las aulas y las páginas de los libros. Las que se atrevieron a levantar su voz y su brazo para exigir lo que es nuestro. Esas que se arriesgaron por nosotras y a las que les debemos todo. «Por las que fueron somos. Por las que somos serán«. Así que es nuestro deber seguir haciendo lo que esté en nuestras manos para no dar ni un paso atrás de nuevo, como el retroceso que ella tuvo que vivir tras luchar durante décadas. Murió en 1959, de vuelta al siglo XIX del que había intentado salir y sacar a todas las mujeres.

Hasta la próxima entrada.

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Casi un año después

Hola:

Ha pasado casi un año desde la última entrada (no os voy a contar mis penas, ni mi desgana, ni el resto de las razones que lo explican) y hoy me he levantado con ganas de volver a escribir y con el (espero) firme propósito de retomar la rutina de seguir haciéndolo.  Me gusta y me ayuda. No quiero que se me olvide.

En estos 11 meses, en lo que se refiere a las mujeres, a la comunicación y al movimiento feminista han pasado muchísimas cosas. Os confieso que mi estado de ánimo, en este punto, oscila entre la esperanza y el miedo (a que sea algo pasajero, a que se aproveche como una moda y, por lo tanto, se desvirtúe. A que haya enfrentamientos estúpidos que nos hagan perder las razones…).  Suelo apostar por lo primero, para no perder este valiosísimo impulso, en el que no podemos dar ni un paso atrás.

Durante este tiempo, yo he sido más bien una observadora y una «animadora» de otras mujeres, de todas las edades que se ha levantado. De hecho, algunas compañeras que, hasta hace bien poco, han sido tímidas, se han quitado los complejos y se declaran, por fin, feministas. Solo por eso, ya merece la pena.

Así que esta mini-entrada de hoy es, simplemente, para deciros -de nuevo- hola y para citar a algunas de las mujeres a las que observo y animo. A las que también admiro y, sobre todo, a las que me encanta escuchar y con las que quiero seguir conversando. Algunas son amigas desde hace tiempo, a otras las he conocido en los eventos y charlas a los que acudo profesional o personalmente. A algunas solo las he leído o visto en redes sociales y en medios. Da igual. Son un buen grupo. Aquí os menciono a algunas, por si os animáis a conversar con ellas también.

  1. Virginia Galvín. Mi amiga del colegio. Durante muchos años, subdirectora de VF. Hasta que Conde Nast empezó a sustituir a las profesionales de más de 40 años, como si eso fuera un defecto o una tara profesional. Ella sigue al pie del cañón y cada vez más implicada en la causa de las mujeres. Su #ProyectoMujer ya es una preciosa realidad. Lo podéis disfrutar en http://www.virginiagalvin.com. También es escritora. Ahora tiene entre manos una novela.
  2. Alicia Gutiérrez. También es mi amiga, desde los maravillosos tiempos de Sevilla. Reencontrada y recuperada hace dos o tres años. Una PERIODISTA, con todas las letras. Escribe en Infolibre y, hasta que lo han cancelado, ha participado en la tertulia de Las Mañana de Cuatro.
  3. Ana Pardo de Vera. La directora de Público, una de las pocas mujeres que dirigen medios de comunicación en España Es amiga de una amiga. Y así la conocí. Tuve el honor de contar con ella (y con Virginia, Marta Reyero y Sonsoles Ónega) en una charla más que interesante que organizamos hace un par de años.  Con su acento gallego, dice verdades como puños (y como puñales). Últimamente, la «frecuento» mucho.  Parece que nos interesan los mismos temas: Nosotras, nuestros derechos y el papel que el periodismo hecho (y dirigido) por mujeres puede tener en esta lucha a la que tanto el falta todavía.
  4. Ana Bernal-Triviño. A ella la conozco solo por Twitter y por sus artículos, sobre todo en eldiario.es y El Periódico. Hace poco, la escuché en la Jornada #UOCAlumni2018 y me encantó la vehemencia que ya había intuido. Os recomiendo que lo la perdáis de vista.
  5. Cristina Fallarás. Me declaro ferviente admiradora. De su desvergüenza, de su pasión, de su convicción, de su capacidad para explicarlo todo lanzándolo a nuestras caras. Ella también estaba en la mesa redonda de la UOC (con las dos Anas) y arrolló con sus palabras y con el lenguaje que expresaba todo su cuerpo. Ahora es parte del Consejo de RTVE y dice que la insultan y la amenazan (a ella y a su familia) incluso más gravemente que antes. En Twitter y -lo que es mucho peor- por la calle. Solo a ella.  Por ser mujer.  Su #cuéntalo dio voz a más de dos millones de mujeres en todo el mundo que compartimos nuestras experiencias de acoso , agresiones, violaciones y otras violencias machistas.

Y hay muchas más, sobre las que probablemente hablaré otro día. Y también seguiré escribiendo sobre otras mujeres y sus aportaciones al mundo. Mujeres invisibilizadas durante años, décadas e incluso siglos y que no me da la gana de que,  en la medida en que yo pueda evitarlo, sigan así.

Porque, más allá de nombres propios, he de deciros que lo que más me gusta de lo que ha pasado en este tiempo es la fuerza de la sororidad, de la unidad entre nosotras.  Apoyarnos, colaborar. No juzgarnos unas a otras ni prejuzgar lo que hacemos.  Luchar (sí, esto es una guerra. Contra la desigualdad) juntas. Contra la sentencia de La Manada, contra la desigualdad salarial, contra la precariedad profesional, contra la violencia, contra tantas cosas… Eso sí que me entusiasma. Me emociona y me da fuerzas. Gracias, compañeras.

Hasta la próxima entrada.

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7 razones para tener a esta rubia en tu vida

No es Marilyn, ni Cameron Díaz, ni Paltrow, ni Witherspoon, ni Edurne… Ni falta que le hace. Esta rubia no es peligrosa, pero vale más que todas ésas juntas y un puñado más. Inma, que así se llama esta mujer única, es uno de esos descubrimientos que haces en la vida, como sin querer, de los que nunca quieres desprenderte. Un cruce casual en un trabajo que no llegamos a compartir, fue el principio de «una hermosa amistad» como dijo aquel gendarme inolvidable a un inolvidale Rick.

Y ahora se va, a empezar una vida que se merece y que ya le tocaba. A una nueva vida en la que sus nuevos compañeros no saben la suerte que han tenido, a hacer, en parte, lo que le gusta hacer. Otra de nuestras pasiones en común: escribir.

Sé que es Ley de Vida. Sé que es para mejor. Sé que no estará muy lejos. Pero se va y yo me resisto. Como diría otra rubia de la que soy fan, ella #seestáhaciendoilusionesyleestánquedandopreciosas. Y se van a cumplir, pero nosotros nos quedamos un poco flojos sin ella. Flojos de ánimo y flojos de calidad. Sin ella y sin todas esas cosas que trae «de serie», cada mañana, muy temprano, desde Getafe a nuestro trocito de mundo en Madrid.

  1. Tan pequeña y tan grande. Si tuviera que definir a Inma diría que es»La más grande» como aquella otra, pero guardada en un cuerpo muy pequeño, aunque lleno de empatía, amor propio, esfuerzo, apoyo, compañerismo y con una sonrisa enorme, que últimamente echamos algo de menos.
  2. Ella, yo y la hipocondria. Ahora nos deja solas a esa hija de puta y a mí. ¿Quién va a entender mi locura a partir de mañana?¿Con quién voy a compartir los miedos, la angustia, la vergüenza y hasta el ridículo que acompaña a las que somos así, y se nos va la cabeza? La gran C nuestro anatema y nadie como nosotras mismas para reírnos de los numeritos que montamos o imaginamos y que tienen impresionada a la Comunidad Sanitaria española.
  3. Esa pluma, que le encanta utilizar. Nuestros debates sobre si esto se escribe así, si la Fundeu dice esto o aquello. Nuestra indignación contra la RAE que con la aceptación de almóndiga acabó para nosotras y perdió nuestro respeto para siempre, aunque ahora se empeñe en desmentirlo. Ella siempre utiliza el término exacto, tiene la medida justa y la estructura adecuada. Es una de esas pocas personas que mantiene mi fe gramatical y ortográfica en la Humanidad. Nuestro querido Blog ha sido una forma de canalizar ese picor de dedos que se siente cuando TIENES que escribir.
  4. Y ese olfato… para la noticia. Sus horas de hacer la cena en casa han sido fuente inagotable de inspiración para identificar oportunidades de perchas para nuestro equipo, siempre atenta a la actualidad y a la relevancia de cada tema, su recorrido, el mejor enfoque y la forma correcta de proponerlo al medio o al periodista indicado. ¿Qué mas se puede pedir?¿Qué vamos a hacer sin ella?
  5. Amor por el periodismo. En esto se resumen los dos puntos anteriores. Eso también nos une. La nostalgia por el trabajo de calle y al pie del cañón, en los medios, antes de pasar al «Lado Oscuro» de la profesión. Lo peor es haberlo vivido y saber lo divertido que es. Somos periodistas de corazón, pero la vida nos ha llevado por otros derroteros, en los que hemos intentado hacer algún pinito, para que la morriña no se convierta en absoluta frustración. Por eso, las dos y un par de locas más nos lanzamos a un proyecto maravilloso, a punto de cumplir ya tres años, en el que hemos volcado mucha ilusión y todas las ganas del mundo, y que nos ha dado tantas alegrías. Gracias, cielo, sin ti no sé si habría sido posible. O, por lo menos, no habría sido igual
  6. Los años que vivimos peligrosamente con un cliente tremendo que marca para siempre. Momentos surrealistas, situaciones increíbles, encuentros sin sentido… Y tanto trabajo. Aprendimos mucho, aunque a bofetadas. Eso sí, una experiencia como esa, une para siempre. Ella dominaba el trabajo, tenía todo en la cabeza, pero nunca llegó a entender ni a aceptar que aquello fuera así. Es normal. Un alma buena, sabia y sincera no encuentra sentido a algo como aquello. Una condena de más de diez años de la que nos libramos, por fin.
  7. Un himno que huele a cerveza es parte de lo que nos deja como legado. Todo un símbolo de nuestra historia reciente y de nuestras vivencias. Un manifiesto y una declaración de intenciones que, al menos de momento, hemos conseguido mantener, echándonos una mano. Seguir aquí, con la cabeza alta y sin rendirnos. Nada menos. Ole mi rubia.

Y podría seguir, pero me pongo triste. Lo peor de todo esto es no haber sabido mostrar a todos lo que es Inma. Su valor, su talento, su ilusión, sus capacidades únicas y, sobre todo, ELLA.

Yo sí lo vi. Y muchos otros también. Es tan grande en ese cuerpo tan pequeño…

¡A por ellos, rubia! Déjalos impresionados. A nosotros nos dejas un poco solos. No te vayas del todo.

Hasta la próxima entrada.

 

 

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Ser la madre que te dé la gana

El parto, si todo va bien, es casi lo más fácil. A partir de ahí empieza lo complicado y no hay libro de instrucciones que esté garantizado. Tenemos que decidir cómo queremos criar a nuestro hijo y cuál es nuestro papel en ese grandioso proyecto.

En la última década, cada vez es más frecuente la llamada “crianza natural” o “con apego”, que recupera la teoría formulada por John Bowlby  y que defiende el contacto físico y emocional del niño con su figura de afecto principal como la mejor fórmula para su desarrollo físico y cognitivo y de seguridad de sí mismo para el resto de su vida. Esta teoría, impulsada en los EE.UU. por la familia Sears en las últimas décadas, define la maternidad y la crianza como procesos naturales e instintivos, propios de nuestra condición de mamíferos.  Defiende los partos naturales, la lactancia materna por el mayor tiempo posible (incluso hasta los cinco o seis años), el colecho con los niños hasta que ellos lo decidan, la “cría en brazos” (porteo)  por la madre o la educación en el hogar y no en la escuela, entre otras propuestas.

Este modelo de maternidad, que irrumpió hace unos diez años en España, donde también se la conoce como «crianza respetuosa», tiene adeptos y detractores. Aquellos afirman que las primeras relaciones en la infancia determinan cómo nos relacionamos afectivamente con los demás y determina nuestra conducta en la vida adulta.  Según sus defensores, con esta forma de crianza se trata de responder a las necesidades de los bebés, atenderlos, y que así se sientan queridos, acompañados y sostenidos emocional y físicamente, para que desde la calma, puedan desarrollarse correctamente.

Los que cuestionan esta forma de ejercer la paternidad consideran que carece de base científica y que lo que realmente busca es devolver a las mujeres – que son las que habitualmente ejercen esa figura principal de afecto- al hogar, renunciando a las conquistas y derechos de finales del SXX.

Los que, como yo, somos críticos creemos que esta tendencia es otra forma de competir por quién es más madre y un retroceso para el Feminismo. Eso no significa que cuestionemos la gran importancia del vínculo afectivo fuerte entre la criatura y las personas adultas que se ocupan de ella, esencial para el desarrollo de una futura personalidad independiente, segura y con capacidad para establecer relaciones sanas. Lo que ponemos en tela de juicio es que para ello sea necesario llevar al niño siempre a cuestas, darle de mamar cuando quiere y durante varios años o que duerma con sus padres cada noche. Creo que esta moda convierte al niño o a la niña en el centro de la creación y no le ayuda a aprender, por ejemplo, cómo soportar la frustración. Y convierte a la madre, no en la mejor madre del mundo, sino en una esclava doméstica.

Sin embargo, las que practican este tipo de crianza consideran que no estar con sus hijos pero trabajar para alguien que les paga es lo que es una forma de esclavitud. Argumentan que ese vínculo imprescindible solo se consigue respondiendo a las necesidades físicas y emocionales de los bebés. Si pide brazos, hay que cogerlo. Si no quiere dormir solo, se le mantiene cerca. Y si pide teta, la madre lo amamanta. Para poder hacer todo esto, muchas mujeres dejan las carreras que habían elegido para poder estar más tiempo con sus pequeños.

En mi opinión este modelo, que es casi un culto, ejerce una presión injusta e innecesaria sobre las mujeres, algunas de las cuales sienten fatal al creer que fallan como madre por no seguir sus dictados. Yo creo que lo más importante para los bebés es que noten que sus padres los quieren. El método específico de nacimiento y de alimentación y el número de horas que han sido cargados al día son irrelevantes. Los bebés no necesitan una madre perfecta, o lo que algunos consideran perfecta.

Yo le di la teta a mis dos hijos durante unos meses, porque sé que es bueno para ellos, claro. Pero lo que a mí me gustaría es que tener hijos no supusiera, otra vez,  que la madre tenga que dedicarles su vida entera, y pararla, para ella y sus cosas, durante años. Vivir no es solo llegar a vieja. Y también me encantaría que la sociedad no siguiera penalizando y haciéndonos sentir culpables a las mismas de siempre. Creer que eres una madre de mierda es, efectivamente eso, una mierda.

Hasta la próxima entrada.

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Machismo venial (o la Teoría del Total)

Sí,  venial. Como esos pecados que cuando éramos niños nos decían, en Catequesis, que no eran tan importantes. Pecadillos que con un par de Padrenuestros y tres Avemarías de penitencia estaban olvidados. También podríamos llamarlo, como ya ha hecho alguno de cuyo nombre no tengo ningún interés en acordarme, “machismo leve”, como si de una tipología de delito se tratara.  A este paso, como las plumas neomachistas se nos animen, va a acabar por ser, simplemente, una Falta.

A mí me gusta llamar a este movimiento creciente la Teoría del “Total”.  Suele argumentarse así, quitándole importancia a esos gestos, acciones o comentarios que consideran inofensivos: “Total, por una canción…”, “Total, por un piropo…”, “Total, por un chiste”, “Total, por un vestido”. Y nos llaman histéricas, feminazis y cosas peores a las que alertamos sobre lo que influye todo eso en que en esta sociedad, en pleno S.XXI, nuestros hijos sigan creyendo que quien te controla te quiere más, que los celos son también una prueba de amor. Las niñas siguen teniendo miedo a ir solas por la calle y las mujeres somos violadas y asesinadas todos los días simplemente por serlo.

En ese grupo de nuevos machistas quejumbrosos se encuentran hombres y nombres conocidos de la literatura y el periodismo, algunos de ellos sorprendentemente jóvenes. Tuve que leer dos veces la fecha de nacimiento de aquel que tituló una columna con un “Ablación textil”  y se quedó tan ancho. Se refería así  a lo que, según él,  le hacían a Cristina Pedroche las que cuestionaban  su cosificación en Nochevieja.  Si no fuera porque es una broma macabra, tal vez me reiría.  O no.

Pues nada, hombres. Sigamos así. Que nadie se moleste si un profesor comenta, chistoso, “me pongo con las chicas, que son más guapas” o si una JEFA incluye un hombre en un equipo (Da igual quién. Lo que importante es que tenga pene)  porque el cliente es muy “tradicional” o el sector muy masculino. Continuemos aguantando comentarios sobre nuestra apariencia en reuniones de trabajo, e interrupciones sin consecuencias cuando somos nosotras las que tenemos la palabra.

Los adeptos a la Teoría del Total esgrimen, con enorme agudeza, que los que componen esas canciones, los que opinan sobre tu aspecto sin pedirles opinión, los que “animan” a llevar tacones a las empleadas de su empresa y los que escriben artículos sobre el peinado y la manicura de Vicepresidenta del Gobierno después del verano o sobre la relevancia de la relación sentimental de lrene Montero (la “Yoko-Ono de Podemos”) con Pablo Iglesias solo están ejerciendo su Libertad de Expresión. Que ellos no violan, ni agreden ni asesinan mujeres, que son los actos de lo ellos que deben de considerar, supongo, Machismo Grave (porque Mortal, como los peores pecados, sin duda lo es).

Y es que, según dicen muchos de estos señores, muy leídos y muy modernos ellos – y algunos muy jóvenes, insisto-, las que critican y alertan públicamente sobre todo esto, como Barbijaputa, Yolanda Domínguez o, hace apenas unos días, las musicóloga Laura Viñuela son (somos) “monjas posmodernas” o ”máquinas censoras”. Y consideran, muy seriamente y desde su “viril distancia”,  que lo que nos pasa es que nos morimos de envidia por la belleza de las guapas, que no es igualitaria, sino una lotería que, por supuesto, no nos ha tocado. Que quitarle a una mujer su capacidad de seducción – que no sé muy bien lo que es ni quién pretende quitarnos ese preciado don- es “matarlas”. No, amigos, no. Matarnos es otra cosa.

Y es que, no sé si lo sabían ya, estos sabios aceptan que el feminismo es necesario, pero tiene que ser el que a ellos les gusta –elegante, sereno, discreto y, supongo, más femenino-. Y todas las demás que, ejerciendo también nuestra Libertad de Expresión, nos rebelamos ante estas semillas del mal, somos putas, feas, gordas y, por supuesto, estamos  muy mal folladas.

Total, por un insulto…

Hasta la próxima entrada.

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3 mujeres del siglo más complejo

El siglo XX supuso un cambio social y cultural sin precedentes. En ningún otro ocurrieron tantas cosas. Tan buenas y tan malas, incluidas dos Guerras Mundiales, con millones de muertos, y cientos de guerras «pequeñas», frías y calientes, que convirtieron al mundo en una bomba de odio, que explotó, en el joven siglo, con la onda expansiva más grande que nadie, nunca, se atrevió a imaginar y a temer. El 11-S, el 11-M, el 7-J, el 13-N y cientos de días más que ya no recordamos, porque mataron a personas demasiado diferentes y lejanas.

Estos días se han sucedido las muertes de dos mujeres centenerias que vivieron prácticamente todo aquel siglo, repleto de aventuras y catástrofes:

  1. Ha muerto Brunhilde Pomsel, la que fue secretaria de Goebbels y la última persona que podía recordarnos ya lo que pasaba en el Ministerio para la Ilustración Pública y la Propaganda que aquel demente dirigía para Hitler. Ella nunca se sintió responsable de nada, lo mismo que muchos otros alemanes que, también como ella, miraron hacia otro lado y siguieron con sus vidas, mientras su gobierno aniquilaba a millones de personas y los metía en una Guerra que destruyó su país y Europa entera.  En el documental Ein deutsches Leben (Una vida alemana) que se estrenó en 2016, dijo que lo  que hizo «no fue más que trabajar en la oficina de Goebbels», que «nadie se podía imaginar algo así» (sobre el exterminio de los judíos). Nunca tuvo remordimientos.
  2. También acaba de morir, en Hong Kong, Clarence Hollingworth, la legendaria periodista norteamericana que con solo 27 años dio la noticia de su vida y la exclusiva del siglo. El 29 de agosto del 39 la primera página del Daily Telegraph titulaba «1.000 tanques concentrados en la frontera polaca», anunciado al mundo entero los planes de Hitler para invadir Polonia. Tras aquel día, Hollingworth siguió trabajando como periodista en varios medios, aunque no pudo cubrir algunos conflictos por su condición de mujer. Pero sí estuvo en otros, en Vietnam, Oriente Medio, Pakistan o Argelia, y fue corresponsal en Pekin, donde informó sobre la Revolución Cultural de Mao.
  3. Y luego está Rosa, que aun está muy viva. Acaba de cumplir 102 incombustibles y alegres años. A Rosa, que es la abuela de mi amiga Ana,  le ha pasado de todo en su larga vida. Vivió la Guerra, perdió a seres queridos, trabajó como una bestia para que sus hijos tuvieran la mejor educación,  y siempre fue – y es- de izquierdas. Hace poco, se rompió la cadera y todos se asustaron. Pero ahí la tenéis, como una vela y jugando al Cinquillo otra vez, rodeada de nuevos amigos. En su cumpleaños sus biznietos la ayudaron, entre risas, a apagar todas las velas. El año que viene serán 103.

Ya os podéis imaginar a cuál de ellas admiro más. Sin comparación.

Hasta la próxima entrada.

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Por los que piensan diferente

Después de tantos días sin escribir aquí, no he tenido ni que decidir sobre qué hacerlo hoy. Es 15 de enero, así que solo hay un tema posible. Hace exactamente 98 años que Rosa de Luxemburgo fue asesinada en Alemania, tras formar parte de la Revolución Espartaquista de 1919.

Rosa de Luxemburgo es un icono del marxismo y de la divergencia ideológica. Desde su adolescencia tuvo una extraordinaria actividad política en su Polonia natal. Tanta que, con solo 18 años tuvo que huir a Suiza para evitar ser encarcelada por su militancia socialista. Allí terminó sus estudios de Derecho, además de coquetear con la filosofía,  las historia, la política, la economía, e incluso las matemáticas. Allí coincidió con otras figuras del socialismo, como  Anatoli Lunacharski y Leo Jogiches, entre otros.

Cuando en Alemania se legalizó el SPD, ella y algunos otros fundaron en Polonia el periódico La causa de los trabajadores y fundaron el Partido Social Demócrata de Polonia. Luxemburgo siempre se opuso a todo tipo de Nacionalismo, y por eso se enfrentó al Partido Socialista polaco, defendiendo  que la lucha debía enfocarse contra del capitalismo, y no en la independencia de Polonia. Esta postura, contraria a la autodeterminación de las naciones bajo el socialismo, también la enfrentó, más tarde, al mismísimo  Lenin.

En 1898 se trasladó a Berlín, ya como ciudadana alemana por su matrimonio con Gustav Lubeck, y empezó a participar activamente en la vida política germana, como parte del SPD, en su ala más izquierdista y revolucionaria. Estuvo encarcelada varias veces y enseñó marxismo en la escuela del partido, además de compartir sus opiniones en diarios de toda Europa y participar en reuniones socialistas internacionales, representando al partido.

En 1912, en la reunión de París, y junto al francés  Jean Jaurès, propuso una Huelga General de los partidos obreros si estallaba la Guerra. Promovió y participó activamente en varias protestas a favor de la Objeción de Conciencia y por el derecho de los trabajadores a no alistarse en el ejército de una Guerra que consideraba ajena a los intereses de éstos, una disputa entre imperialistas y capitalistas.

Rosa fue juzgada y condenada a la cárcel por estas opiniones, en las que finalmente se quedó sola, con un grupo reducido de compañeros. Su partido apoyó en el Parlamento la financiación de la Guerra con bonos del estado. Desencantada del SPD, fundó, con otros ex miembros del partido, lo que se convertiría en 1916 en la Liga Espartaquista, que se enfrentó al Gobierno e intentó convocar varias huelgas generales, por lo que fue encarcelada durante más de dos años, en los que publicó -con el pseudónimo de Junius– varios artículos, en los que criticó a los bolcheviques y anticipaba ya la posibilidad de que desembocara en una dictadura, aunque ella  misma siguió utilizando el término dictadura del proletariado definido por Marx.

Cuando salió de la cárcel, y tras muchos movimientos de la Liga con la USPD y el SPD, la misma Rosa de Luxemburgo fue una de las promotoras de la fundación del Partido Comunista Alemán. En 1919, y por otros levantamientos revolucionarios con los que ni siquiera estaba de acuerdo, fue detenida, golpeada y asesinada por los  paramilitares «Cuerpos Libres» (Freikorps). Su cuerpo acabó en el fondo de uno de los canales de Berlín.

Rosa de Luxemburgo es un símbolo del marxismo y una luchadora incansable por los derechos de los trabajadores, por encima de las nacionalidades, contra el capitalismo. Fiel a sus principios, siempre defendió que los obreros eran los que debían liberarse a sí mismos.

Hasta la próxima entrada.

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Son 3 feministas y 1 «feministo»

Podría empezar esta entrada compartiendo, por enésima vez, el significado real del término FEMINISMO o FEMINISTA según la RAE o la Fundeu, pero no lo voy a hacer. Quien quiera malinterpretarlo y retorcerlo, lo hará de todas formas y quien quiera torpedearlo, también. Estoy cansada de intentar explicar a mucha más gente de la que cabría temer, que el feminismo es un movimiento de reivindicación, que lucha por la Justicia – sí, con mayúscula – para la mitad de la población de este mundo por el hecho de tener vagina y tetas, en lugar de pene.

Puede que otro día lo vuelva a intentar, pero esta vez voy a escribir de las que lo tienen muy claro.Os traigo aquí a tres mujeres españolas, feministas y jóvenes.

Sinceramente, he de deciros que estoy preocupada porque detecto un importante retroceso en la conciencia de las mujeres en cuanto la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades por las que ya llevamos luchando décadas. Sé de algunas que se retorcería en sus tumbas si contemplara el fundamentalismo de la maternidad que vuelve a encadenarnos, por ejemplo, capitaneado por mujeres con la Verdad Absoluta (pocas cosas hay más peligrosas que eso).

Por si alguno de los que lean esta líneas tiene la tentación de recurrir al argumento tan manido de que el feminismo no tiene sentido en el «Mundo desarrollado», en el que ya somos iguales, solo quiero recordar el reciente estudio de FEDAE  en el que se volvía a poner sobre la mesa la tremenda realidad de que en nuestro país, las mujeres seguimos cobrando un 20 % menos que los hombres. Y ¿Sabéis en qué, sobre todo? En la parte variable del sueldo, ésa que depende de criterios subjetivos de los jefes. De ahí que es urgente que las cuotas de mujeres en las directivas de las empresas sean una práctica a implantar en las empresas, según reivindican muchos expertos y expertas. Y, apenas dos días después, el Foro Económico Mundial se descolgó con que la igualdad salarial entre hombres y mujeres, si seguimos a este ritmo, no será realidad hasta 2186. Y eso, hablando simplemente de remuneración. Mucho peor se ve todo cuando hablamos de violencia machista, la trata, ablaciones, matrimonios concertados y violación a los 8 años. Las mujeres vivimos en este mundo. No lo olvidemos.

Volvamos a nuestras jóvenes guerreras. Un ejemplo de tres, diversas y magníficas.

  1. Barbijaputa (@barbijaputa). Es puro ingenio y agudeza verbal (escrita, más bien). Nadie sabe quién está detrás de su avatar de Barbie endemoniada, pero es puro veneno… del bueno. No deja títere con cabeza y sus columnas en eldiario.es son crudas y certeras. Soy una admiradora incondicional. Me divierte y me gusta hasta cuando no estoy de acuerdo con ella, que es -la verdad sea dicha- pocas veces.
  2. Yolanda Domínguez (@yodominguez) es una artista visual bastante reconocida, pero yo la conozco, sobre todo, por su activismo. La primera vez que reparé en ella fue a raíz de la movilización que lideró como respuesta a la campaña machista de Multiópticas, que cosificaba y vejaba a las mujeres como mercancías del consumo sexual. Ahora la leo siempre que cae en mis manos uno de sus artículos en el Huffington Post.  Es una feminista de mente clara y verbo inteligente. A veces, me resulta algo cargante, pero en general, merece la pena leerla y ver sus vídeos.
  3. Diana López Varela (@dianalovar). Esta gallega me tiene enamorada. Es periodista, guionista y escritora. Autora de No es país para coños, un libro que ha dado mucho que hablar. No para y no se calla. Si vuelvo a ser joven, quiero ser como Diana. Su blog satírico, Suspenso en Religión, merece la pena y muchas sonrisas.
  4. Miguel Lorente (@Miguel__Lorente) ¿Que no es una mujer? ¡No me digas! Ya, pero es de lo más feminista que me he echado a la cara. También escribe en eldiario.es y en El Huffington Post. Es forense y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad. Su blog se titula AUTOPSIA (el otro, Cardiopatía Poética, es literario) y es pura sensibilidad y conciencia. No le pillado nunca en un renuncio, y mira que lo leo con ahínco. Sus textos son un balón de oxígeno y un destello de esperanza entre tanto sexista.

Tres feministas y un «feministo», por si os apetece poneros al día de lo que se «cuece» en este tema, conectado con la actualidad y con un enfoque claro, sencillo (que no simple) y hasta divertido, a veces. Aunque la cosa, de momento, no tiene ninguna gracia.

Hasta la próxima entrada.

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Las mujeres de mi vida. Más de 10

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Estoy completamente convencida de que la amistad es una de las cosas más importantes de la vida, y sin ella no sé si ésta tendría mucho sentido. Además, cuanto mayor me hago, mas valoro esa relación única que tengo con un puñado de otras mujeres.

Es verdad que es un sentimiento (entre mujeres y en general) muy complejo, uno de los aspectos menos simples de la vida, pero también uno de los más «sanadores».

Soy muy afortunada y estoy rodeada de amigas. En un torpe ejercicio de agrupamiento, os las presento:

  1. El grupo. Ese equipo indisoluble con nombre moñas y cuyo humor solo entendemos nosotras. Siempre están ahí, para reír o para llorar juntas. Cada una «de su padre y de su madre», pero una combinación perfecta de comprensión, sinceridad, complicidad y amor. Somos seis, con nuestros apodos y nuestras bromas privadas. Si pienso en ellas, sonrío. Gracias, chicas. Por todo. Y, especialmente, por aguantarme. Next station: Sevilla.
  2. La (prácticamente una) hermana. La mía vive lejos, en el Sur. Pero es como si siempre estuviera con nosotros. Digo bien, «con nosotros», porque es miembro de (toda) la familia. Desde hace ahora justo 25 años. Nos conocimos en un aseo de señoras en noviembre de 1991. Y hasta hoy. Siempre conmigo. Y yo con ella. En lo bueno y en lo malo. Embarazos, bodas, fallecimientos, enfermedad… Todo lo que conforma la vida. «Los suyos» son míos. Y al contrario. Para siempre.
  3. La hermana de verdad. Para mí, hermana-madre. Ha sido (y es) mi referente en la vida. Y yo, una pesada, contándole todos mis miedos. Cuento con mi hermana para todo lo importante. Espero que sepa que estoy siempre, para lo que quiera. Yo no sería lo que soy ni como soy sin ella. Me ha salvado. Muchas veces.
  4. La de la infancia. De ésas, no me quedan. No he sabido o no he podido conservarlas. La  amistad más antigua que tengo es de cuando las dos teníamos 17 años. Así que entra en este apartado. Porque, en realidad, éramos casi unas niñas. Aunque entonces creyéramos que lo sabíamos todo. Fue -y es- una gran amiga. Me apoyó en momentos duros, siempre desde la serenidad. Tengo suerte de seguir teniéndola , aunque se haya ido lejos, en busca de una nueva vida. Porque, además de buena, es muy valiente.
  5. Las sorpresas. En mi caso, son mi suegra y mi cuñada.  Con la mala fama que tienen, a mí me tocó la lotería. La madre de Pablo es una gran mujer. Una madre estupenda, una trabajadora incansable y una emprendedora por naturaleza, que ha afrontado muchos retos, de los que siempre ha salido airosa, y con una sonrisa. Me quiere y yo a ella. En muchas ocasiones, me ha dado lo que no tuve de niña. Sus hijos la adoran. Y no me extraña. Yo también.  Mi cuñada, su hija, es también una mujer extraordinaria, aunque ella no se lo cree, aunque los que la queremos insistamos en decírselo. Es buena, generosa y sensible. Hemos sufrido y disfrutado mucho durante estos 25 años. Es mucho más que la hermana de mi marido. Es mi amiga. Una de las mejores.
  6. La de carambola, que resultó ser una presencia constante y esencial en tu vida. Coincides en un trabajo, y resulta que le presentas a un amigo. Y van,  y se casan. Desde entonces, una vida. La suya y la nuestra, siempre en contacto. Sobre todo gracias a ella, que, esté donde esté, siempre encuentra un momento para llamar, para juntarnos. Y, pase el tiempo que pase, es como si no pasara el tiempo. Es una amistad fuerte. De cuatro que se quieren.
  7. La que perdiste y aún te lo reprochas. Porque fue por algo estúpido, visto desde ahora. Porque ella era una persona muy importante, con la que compartí momentos clave de una época única de mi vida. Porque ella y yo éramos un equipo. Y nos lo cargamos. Solo le deseo lo mejor, aunque sea lejos.
  8. Mi conciencia. Cómo me conoce. Y, sin embargo, me quiere. Tantos años codo con codo… Me riñe, me defiende, me ayuda. Nos respetamos y nos queremos. Sin estridencias. Sencillamente. La necesito.
  9. Los «descubrimientos». Crees que ya lo tienes todo «armado» y, de repente, encuentras a alguien que llama tu atención. Mujeres que brillan y te hacen pensar que merece la pena conocerlas. Fuertes, divertidas, luchadoras, listas… Y son muchas. Más cerca de lo que crees. De todas las edades. Algunas llevan años delante de tus narices y, de pronto, las ves. Apasionante.
  10. La hija. Esta es una categoría especial y única. Cuando me di cuenta de que es una mujer (y estupenda) que tiene preocupaciones de mujer, sentí una mezcla de emoción y tristeza (ésta, al confirmar que no había conseguido salvarla de nuestros miedos y obsesiones). Pero, por encima de todo, lo que siento al mirarla, es orgullo. De lo que es, de lo que sé que va a ser y, por qué no decirlo, del vínculo que hemos construido. Muchas veces, cuando lo pienso, sigue sorprendiéndome lo que me cuenta, la confianza que tiene en mí y la admiración que intuyo en su mirada y en sus palabras. No sé si lo merezco, pero me encanta. Espero saber conservarlo. Y que nuestro amor incondicional siga creciendo.

Mónica, Ana, Eli, Belén, Carol, Hermi, Susy, Yolanda, Rosa, Pepi, Araceli, Eva, Marisa, Patricia,  mi querida Elena… y todas las demás: Mi red de mujeres. Me hacéis fuerte, libre y segura . Gracias.

Hasta la próxima entrada.