Podría empezar esta entrada compartiendo, por enésima vez, el significado real del término FEMINISMO o FEMINISTA según la RAE o la Fundeu, pero no lo voy a hacer. Quien quiera malinterpretarlo y retorcerlo, lo hará de todas formas y quien quiera torpedearlo, también. Estoy cansada de intentar explicar a mucha más gente de la que cabría temer, que el feminismo es un movimiento de reivindicación, que lucha por la Justicia – sí, con mayúscula – para la mitad de la población de este mundo por el hecho de tener vagina y tetas, en lugar de pene.
Puede que otro día lo vuelva a intentar, pero esta vez voy a escribir de las que lo tienen muy claro.Os traigo aquí a tres mujeres españolas, feministas y jóvenes.
Sinceramente, he de deciros que estoy preocupada porque detecto un importante retroceso en la conciencia de las mujeres en cuanto la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades por las que ya llevamos luchando décadas. Sé de algunas que se retorcería en sus tumbas si contemplara el fundamentalismo de la maternidad que vuelve a encadenarnos, por ejemplo, capitaneado por mujeres con la Verdad Absoluta (pocas cosas hay más peligrosas que eso).
Por si alguno de los que lean esta líneas tiene la tentación de recurrir al argumento tan manido de que el feminismo no tiene sentido en el «Mundo desarrollado», en el que ya somos iguales, solo quiero recordar el reciente estudio de FEDAE en el que se volvía a poner sobre la mesa la tremenda realidad de que en nuestro país, las mujeres seguimos cobrando un 20 % menos que los hombres. Y ¿Sabéis en qué, sobre todo? En la parte variable del sueldo, ésa que depende de criterios subjetivos de los jefes. De ahí que es urgente que las cuotas de mujeres en las directivas de las empresas sean una práctica a implantar en las empresas, según reivindican muchos expertos y expertas. Y, apenas dos días después, el Foro Económico Mundial se descolgó con que la igualdad salarial entre hombres y mujeres, si seguimos a este ritmo, no será realidad hasta 2186. Y eso, hablando simplemente de remuneración. Mucho peor se ve todo cuando hablamos de violencia machista, la trata, ablaciones, matrimonios concertados y violación a los 8 años. Las mujeres vivimos en este mundo. No lo olvidemos.
Volvamos a nuestras jóvenes guerreras. Un ejemplo de tres, diversas y magníficas.
- Barbijaputa (@barbijaputa). Es puro ingenio y agudeza verbal (escrita, más bien). Nadie sabe quién está detrás de su avatar de Barbie endemoniada, pero es puro veneno… del bueno. No deja títere con cabeza y sus columnas en eldiario.es son crudas y certeras. Soy una admiradora incondicional. Me divierte y me gusta hasta cuando no estoy de acuerdo con ella, que es -la verdad sea dicha- pocas veces.
- Yolanda Domínguez (@yodominguez) es una artista visual bastante reconocida, pero yo la conozco, sobre todo, por su activismo. La primera vez que reparé en ella fue a raíz de la movilización que lideró como respuesta a la campaña machista de Multiópticas, que cosificaba y vejaba a las mujeres como mercancías del consumo sexual. Ahora la leo siempre que cae en mis manos uno de sus artículos en el Huffington Post. Es una feminista de mente clara y verbo inteligente. A veces, me resulta algo cargante, pero en general, merece la pena leerla y ver sus vídeos.
- Diana López Varela (@dianalovar). Esta gallega me tiene enamorada. Es periodista, guionista y escritora. Autora de No es país para coños, un libro que ha dado mucho que hablar. No para y no se calla. Si vuelvo a ser joven, quiero ser como Diana. Su blog satírico, Suspenso en Religión, merece la pena y muchas sonrisas.
- Miguel Lorente (@Miguel__Lorente) ¿Que no es una mujer? ¡No me digas! Ya, pero es de lo más feminista que me he echado a la cara. También escribe en eldiario.es y en El Huffington Post. Es forense y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad. Su blog se titula AUTOPSIA (el otro, Cardiopatía Poética, es literario) y es pura sensibilidad y conciencia. No le pillado nunca en un renuncio, y mira que lo leo con ahínco. Sus textos son un balón de oxígeno y un destello de esperanza entre tanto sexista.
Tres feministas y un «feministo», por si os apetece poneros al día de lo que se «cuece» en este tema, conectado con la actualidad y con un enfoque claro, sencillo (que no simple) y hasta divertido, a veces. Aunque la cosa, de momento, no tiene ninguna gracia.
Hasta la próxima entrada.