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La verdad es nuestro trabajo

No conocía bien la historia hasta que vi la película, y sigo en shock. Sé que genera controversia, según quien la cuente, pero yo tiendo a creer la versión de la cinta, por periodista y por «liberal», como llaman en los EE.UU. a los de ideas progresistas.

En todo caso, lo que me ha impresionado más es la sucesión de acontecimientos que se produjo en este caso, en una prestigiosa cadena, con informativos respetados y en»60 Minutos», uno de los programas míticos y referente para todo periodista, en cualquier parte del mundo.

Acababan de triunfar con un reportaje sobre Abu Ghraib que mereció nada menos que un Peabody unos meses después, ya caído todo el equipo en desgracia y fuera de la cadena.

Y entonces se complicó todo. Unos documentos dudosos tiraron por tierra una historia claramente probada, la de que el entonces Presidente George W. Bush se había «escaqueado» de ir a la Guerra del Vietnam, por un chanchullo de niño rico enchufado en la Guardia Nacional, de cuyos entrenamientos y actividades apenas llegó a formar parte.

Mary y el famosísimo presentador Dan Rather capitanearon un equipo muy poco ortodoxo que investigó durante semanas y que se precipitó un poco en la emisión, es verdad. No había hueco en el resto del mes y apostaron por la primer opción, para que nadie les pisara el «notición».

Los conocidos como «documentos de Killian», parte de las evidencias de la historia,  se cuestionaron casi de inmediato, y a pesar de las pruebas que el equipo puso sobre la mesa e incluso emitió, la cosa se fue al garete y, con ella, el equipo entero, que acabó en la calle. Todos despedidos, excepto Dan, al que le permitieron «dimitir» en antena y salir ligeramente más airoso, aunque no mucho.

Se trató de una secuencia de hechos que, si no fuera porque fueron patéticos, serían hilarantes. Fue el principio del fin de las noticias bien hechas en televisión. Cuando el negocio barrió por fin al periodismo, lo único se había mantenido más o menos limpio de aquellos intereses hasta entonces.

Y ahí acabó todo. Con una pantomima de comisión de investigación interna que tenía como propósito claro la condena de Mary, que fue el chivo expiatorio, aunque otros tampoco se libraron, aunque no la apoyaran e intentaran salvar su «culo» en la cadena. Todo por evitar el escándalo en año electoral y para que la reelección no corriera peligro.

Y así fue. Mary, deprimida y vapuleada, nunca volvió a trabajar en televisión. Dan se retiró del gran mundo y pasó a una pequeña cadena. Y Bush renovó la presidencia en un nuevo mandato: «¡Cuatro años más!».  Y todos felices. Algunos todos, claro.

¿Y cuál era la verdad? Qué importa. Y ya sabemos todos lo que pasó en aquellos 4 años de Bush. ¿Qué hubiera pasado si el escándalo hubiera calado y el resultado de las elecciones presidenciales de 2004 hubiera sido otro? Quién sabe…

Mary, al igual que otras maestras, de allí y de aquí, solo hacía quería hacer su trabajo. Y no pudo, después de aquello.

Hasta la próxima entrada.

 

 

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