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¿Te acuerdas de Pilar?

Si, por curiosidad, preguntara nombres de periodistas españolas del S. XX,  me sorprendería que muchos mencionáramos el de la aragonesa Pilar Narvión.

Ella, junto con muy pocas otras, fue testigo y escriba de muchos de los principales acontecimientos de los últimos años del franquismo y primeros de la democracia, Golpe de Estado de Tejero y compañía incluidos.

Así que aquí tenemos a una de las representantes más destacadas del periodismo español desde los años 50 y casi la hemos olvidado. El hecho de que desde su jubilación, a principios de los 80, apenas volviera a publicar nada,  seguro que no ayuda. Y que no fuera amiga de homenajes ni apariciones públicas nostálgicas, tampoco.

Pero su experiencia es un «imprescindible» para las que nos dedicamos o querríamos dedicarnos a esto. Y para las que admiran a las mujeres fuertes, inteligentes y valientes. Y para todas las demás.

Pilar fue la primera mujer que formó parte de la redacción del diario Pueblo, aquel periódico que para muchos representa sentimientos encontrados, por ser un medio del Régimen, por un lado, y por ser símbolo de un naciente periodismo profesional en la España de aquellos años tan tristes, por otro.

Pues ahí estaba Pilar, escribiendo de Ecos de Sociedad, de marquesas, de fiestas y bodas que no le interesaban en absoluto, pero que eran temas «propios de su sexo». Menos mal que ella no se conformó y se ganó el respeto de su director, nada menos que Emilio Romero, que decidió mandarla de corresponsal a Roma, donde cubrió la firma del Tratado y la muerte de Pío XII. Y después le tocó a París: V República de De Gaulle, la Guerra de Argelia, la Revolución del 68… Parecía ir en busca de las noticias transformadoras del siglo, para presenciarlas de primera mano, y compartirlas.

Y después de todo eso, de vuelta a la oscura España de los 70, impregnada ella ya del espíritu y los aires de Europa y sensibilizada al máximo con el papel social de la Mujer. Y aquí, ya como subdirectora del diario, otra vez a relatar la Historia (con mayúsculas): asesinato de Carrero, muerte de Franco, Transición y patochada de tricornios en el Congreso. Ahí es nada.

Y luego, se fue a su casa, a descansar. Solo el libro de su paisano y protegido Juan Carlos SorianoPilar Narvión: andanzas de una periodista perezosa, nos la trajo de vuelta. Murió en el verano de hace un par de años, solo unos días antes del fallecimiento de otra compañera, Concha García Campoy, de la que sí se acuerda todo el mundo. Y conste, que también se lo merece. Todas ellas lo merecen.

Hasta la próxima entrada.

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