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7 razones al azar por las que estar enfadad@s

Yo, lo estoy. Pero no pierdo la fe en que las cosas cambien. Lo que pasa es que no tengo paciencia, y no quiero que sea «poco a poco». Tiene que ser YA. Pero no es. De hecho, me temo que, en algunos aspectos, hemos dado pasos atrás.

Así que entre las cosas que siguen siendo como siempre y las que han empeorado, no se me pasa el cabreo. Ah, no. Que no puedo estar enfadada. Porque daría entonces la razón a los que afirman, sin dudarlo, que las feministas somos mujeres amargadas y frustradas. Yo, como Chimamanda Ngozi Adichie, me defino como una feminista feliz… O, por lo menos como una feminista optimista, o extrovertida, o… Bueno, ya me entendéis. Es que feliz es una palabra muy grande y una sensación temporal. Decir que eres una persona feliz (así, como estado general y permanente) es antinatural. Y mentira.

Volvamos a lo nuestro. ¿Qué cosas hacen que mi fe en el futuro no siempre esté lustrosa? Son cosas grandes y pequeñas. Cotidianas algunas y otras dramáticas. Todas trágicas para nosotras. Algunos ejemplos recientes, al azar:

  1. Leo que, en Colombia, la Alcaldía de Bogotá consideró a una mujer culpable de su propia violación y asesinato. De verdad. Según decían, por arriesgarse a ir a una zona peligrosa. Parece que ese auto se ha levantado, pero el hecho mismo de que se haya publicado me pone enferma y me hace pensar que el mundo lo está aún más.
  2. Miro a mi alrededor, y pequeños y grandes gestos de mujeres de todo pelaje -de hoy y de ayer- me entristecen. No entiendo por qué, algunas de nosotras, contribuimos a que esto del feminismo sea una lucha tan lenta e incluso mal interpretado. Hace poco, en este mismo blog, lo intentaba explicar. 
  3. Luego está ese rebrote del concepto de «Madre Total» que tampoco soy capaz de asumir. Creo que, en los últimos años, las mujeres nos hemos vuelto a someter a las cadenas de la crianza de nuestros hijos. Me preocupa, sobre todo porque está enmascarado bajo la idea del deseo voluntario y elegido. Ojalá sea así, aunque, personalmente, no lo creo. Son nuevas tiranías que, como de costumbre, atan a las mujeres. Mucho mejor que yo lo explicaba Milagros Pérez Oliva en este artículo, con el que me manifiesto totalmente de acuerdo.
  4. No sé si reírme o llorar cuando algo que sólo hacen menos del 2 % de los hombres se define como una «tendencia» social. Me refiero al número de padres que utilizan parte o toda la baja por paternidad que, según la ley, se puede compartir. Son bichos raros, en realidad. Y a los que lo hacen los vemos como héroes, mientras que asumimos como normal que la disfruten (o padezcan) el 98 % de las mujeres.
  5. Y no os digo nada de la brecha salarial, todo un insulto que existe en todas partes. Desde los países teóricamente más «desarrollados». Persiste en todas partes. Incluso crece.
  6. También es verdad que hay cosas que la animan a una. Por ejemplo, que haya hombres como Miguel Lorente, capaces de tener toda la sensibilidad del mundo y ser tan reivindicativo como la mujer más feminista. Leer sus artículos y sus posts me reconcilia con la Humanidad.
  7. Y luego están esos micromachismos exasperantes de todos los días. A veces, invisibles de puro repetidos,  y tan sutiles que pican y no sabes dónde. No hay que dejar nunca de ponerlos en evidencia, ni de intentar que no se produzcan. No me da la gana de aceptar que me pongan a mí la Coca Light y a él la cerveza, sin preguntar (o sin recordar quién ha pedido qué). ¿Y si no pago? Porque la cuenta la he pedido yo… y se la entregan a él. ¿Y por qué aceptar opiniones sobre mi físico por la calle a quien no se las he pedido? Los piropos me repugnan. Y me niego a tolerarlos.

En fin… Y esto sólo mirando unas semanas para atrás y sobre cosas, en la mayoría de los casos, «rutinarias». Sin detenerme únicamente en las realmente grandes y desesperanzadoras razones que confirman que queda mucho por hacer y que ocurren también cada día: asesinatos machistas, agresiones sexuales, lapidaciones y latigazos, ataques con ácido, ablaciones. Torturas, vejaciones y crueldad para la dominación.  Madre mía. Cuánto nos queda.

¿Es o no para enfadarse? Como dice Adichie en su charla y en su libro: «¡Claro que estoy enojada! Todos deberíamos estarlo».

Así que creo que el «ensayito» feminista que recoge las palabras de esta «feminista feliz africana», tan sencillo, claro y breve, debería estar en todas nuestras mesillas, bolsos, mochilas y cajoneras (es tan barato), recordándonos lo que realmente significa ser feminista y lo bueno que es para el mundo, para el presente y el futuro de la Humanidad. Es de justicia y, además, una muestra inteligencia como especie. No sé si seremos capaces.

Hasta la próxima entrada.

 

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